lunes, 17 de noviembre de 2025

¿Qué viene después del “no”?

Tras conocerse la negativa de los electores a las cuatro preguntas planteadas por el presidente Noboa —permitir bases militares extranjeras en territorio nacional, eliminar el financiamiento a los partidos políticos, reducir el número de asambleístas y convocar una asamblea constituyente para redactar una nueva Constitución—, comparto algunas reflexiones:

Un mensaje claro para el presidente y su equipo

La negativa a todas las preguntas —incluidas aquellas en las que, por la baja aceptación de instituciones como la Asamblea Nacional, era razonable anticipar un triunfo del “sí”— evidencia que el rechazo no se dirige estrictamente al contenido de las propuestas, sino que cuestiona principalmente a quien las plantea. En la práctica, es una petición de cambios: una invitación a revisar la composición del gabinete, las políticas impulsadas, el estilo de gestión, el enfoque comunicacional y, sobre todo, a mostrar resultados visibles y valorados por la ciudadanía. Resultados asociados con seguridad y transparencia, pero sostenidos en mejoras concretas en empleo, salud, educación, acceso a servicios, nuevas tecnologías y mucho más.

Un “no” ciudadano también para otros actores políticos

Este resultado tampoco representa un voto de respaldo hacia otros actores políticos que podrían intentar atribuirse una victoria que no les corresponde. De hecho, muchos de ellos cargan con un desgaste político mayor que el del gobierno, como la RC, sus asambleístas y sus principales figuras. El “no” también les alcanza.

Y hay otras razones detrás del voto mayoritario que no coinciden con las explicaciones enredadas de los voceros de los partidos tradicionales. Muchas provienen de espacios ciudadanos y de personas que expresaron opiniones en sus redes personales con argumentos más sólidos y cercanos a la realidad.

El efecto del paro indígena

El “no” observado en Imbabura para la constituyente (68,5 %) —que podría extrapolarse a las demás preguntas— se amplifica en Otavalo (79,46 %) y se vuelve casi universal en San Rafael de la Laguna (92,83 %), parroquia de donde era oriundo uno de los fallecidos durante la represión militar. El efecto se extiende a otros territorios indígenas: Pilahuín en Tungurahua (82,02 %); Toacazo en Cotopaxi (81,56 %); San Pablo de Tenta en Loja (84,06 %), entre otros. Esto puede interpretarse como un voto de rechazo a la violencia con la que el Estado actuó contra la población indígena durante el levantamiento.

No supone desconfianza, pero sí deja un mandato de cambios

Si bien la votación no constituye un rechazo total al gobierno, tampoco significa que la ciudadanía deje de exigir resultados en la lucha contra grupos delincuenciales, bandas y carteles. No supone oposición a la cooperación internacional; al contrario, evidencia la demanda de acuerdos y acciones que generen resultados más allá de discursos y de la captura de delincuentes de “alto valor”. Lo que la población no quiere es un país militarizado o atrapado en una guerra interna sin posibilidad de ganar.

En cuanto al número de asambleístas, sí hubo consenso en la necesidad de contar con mejores representantes. La oportunidad está ahí: mejorar los perfiles de los candidatos, modificar el mecanismo de elección para desincentivar el voto en plancha, incorporar capacitación previa o de inducción para los electos, reducir el número de asesores y exigir perfiles técnicos y éticos más idóneos. Hay mucho por hacer.

¿Entonces, qué viene después del “no”?

Si no se plantean cambios de fondo y de forma, lo más probable es que lo que venga sea simplemente más de lo mismo.



Otras entradas

Cómo se mide la opinión pública y por qué fallan las encuestas electorales





 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tú opinión me ayuda a mejorar, déjame un comentario.

Entrada destacada

Resumen de la presentación del libro "Los Guerrero, Genealogía i Bitácora".

Ambato, viernes 22 de febrero de 2019 Teatro del Centro Cultural Eugenia Mera